SINOPSIS
«Vinática» es un espectáculo de 2010. La pieza tuvo vida propia y una evolución constante a lo largo de los últimos años. Al final de este proceso de transformación, «Danzaora y Vinática» surgió como un recital flamenco que por un lado ya no quería proponer integralmente el universo visual y narrativo de la pieza anterior, por otro no sabía renunciar a parte de los humores poéticos que la habían vertebrado. Y puesto que «Vinática» representaba algo así como la pieza seminal en la que Rocío Molina se enfrentaba a su propia metamorfosis de bailaora en «danzaora», emborrachándose de infancia para asumir, con el mismísimo acto de la borrachera, su derecho a los excesos, a los desequilibrios de la madurez existencial y artística, el nuevo «Danzaora Y Vinática» mira a esa iniciación, a ese ritual de pasaje, desde la dimensión pragmática y experimental, verdadero uedo de una lucha adulta en contra – y a lado – del lenguaje, que es el universo más sucinto, más severo del recital.
Danzaora es más que una escuela, es una actitud, una filosofía que concibe el universo bailable, donde son tan importantes los elementos que lo componen como la interrelación e integración que se establece entre ellos para crear ése todo, ése nuevo universo, ese nuevo lenguaje; un lenguaje que resume así su mirada personal en el baile y en la danza.
(Ana Olabarria. Noviembre 2010)
Hay una palabra, un murmullo o una vibración, a la que se ha dotado del poder para transportarnos al gélido mausoleo del pasado, cuyas bóvedas parecen remitirnos el presente apenas como un eco. Hay dejes, rebotes, esquirlas de sonido. Hay Intermitencias, vahos y olas.
Desde luego que llaman «resaca» por esa facultad que tiene de arrojar la espuma del pasado (nostalgia, frustraciones, ensoñaciones) a una orilla de perfil borroso, siempre por rehacer, que es el presente después de emborracharse.
¿Acaso bebemos para olvidar? ¿O no será que bebemos para recordar? ¿Para que la borrachera de la memoria le ladre al presente?
¿Acaso no acechan un regusto amargo, un insistido «no», en el eco de todo vino? No es, todo espectáculo de flamenco, la ensoñación felizmente etílica, la devolución al universo de las imágenes, de un universo que halla en las figuras del baile de recital su dimensión diurna, su labor, su trabajo? Por eso, hay recitales que se proyectan hacia un futuro hipotético, que hacen figura de no ser aún la obra, el delirio que anida en ellos. Y hay recitales que «ya no son» esa obra, sino el despertar y la resaca de la obra que fueron: todavía empapados de las imágenes inexactas del sueño recién acabado, apresurados con contarlas, por muy quebradizas y evanescentes que sean, antes de que desaparezcan con la próxima marea.
(Roberto Fratini)
«Cada uno de nosotros, con una ojeada retrospectiva sobre la propia historia, constará que su personalidad de niño, aunque indivisible, reunía en sí diferentes personas, que podían mantenerse juntas porque se encontraban en estado naciente. Esta indecisión llena de promesas es un estado de los más encantadores de la infancia.
Pero las personalidades que se compenetran, al crecer, se convierten en incompatibles y, dado que cada uno de nosotros no vive más que una sola vida, está obligado a tomar una decisión. Realmente, nosotros estamos siempre eligiendo y siempre abandonamos muchas cosas.
(H. Bergson)
ELENCO
Rocío Molina – Baile
Eduardo Trassierra – Guitarra
Jose Angel “Carmona” – Cante y mandola
Jose Manuel Ramos “Oruco” – palmas y el compás
PRODUCCIÓN ARTÍSTICA
Rocío Molina – Idea original y coreografía
Roberto Fratini – Asesor dramatúrgico
Rosario La Tremendita – Dirección musical.
Eduardo Trassierra – Música original
Rosario La Tremendita – Asesoramiento de cantes y arreglos
Álvaro Garrido – Percusionista asesor
Rubén Camacho – Diseño de iluminación
Mai Canto – Realización de vestuario
Israel Romero – Diseño y construcción de atrezzo
Duración: 90 minutos
© Fotos: Féliz Vázquez y Klaus Handner